lunes, 29 de diciembre de 2008

Climb every mountain






Os pongo la letra por si, como yo y las primas del pueblo,
le quereis hacer los coros a tia Kiri:

Climb every mountain, search high and low
Follow every by way, every path you know
Climb every mountain, ford every stream
Follow every rainbow, till you find your dream
A dream that will need, all the love you can give
Everyday of your life, for as long as you live
Climb every mountain, ford every stream
Follow every rainbow, till you find your dream
A dream that will need, all the love you can give
Everyday of your life, for as long as you live
Climb every mountain, ford every stream
Follow every rainbow, till you find your... dream...

viernes, 26 de diciembre de 2008

Chippie, Georgina and Caballero wish you Merry Christmas
















Cuando ya no hay niños, o no se les puede juntar (como el año pasado ocurrió con los Asturias, Lugo y Palma) siempre se puede recurrir a los perritos, gatos, tortugas o loros de la casa.
Si acompañan a los niños son un plus de inocencia y ternura, de apacible costumbrismo doméstico, de sofisticado exotismo; o incluso de cara exclusividad, si hablamos de sharpeis, carlinos, pinschers miniatura o bulldogs ingleses, según la moda de la temporada, claro... pero, ¿estabamos hablando de la navidad?

Amor, Paz, Felicidad, Prosperidad...Vanidad?



























Hace tiempo que la gente elegante ya no envía tarjetas de navidad con la reproducción de un cuadro de Murillo, La Sagrada Familia del pajarito, por ejemplo; o El descanso en la huida a Egipto, de Patinir, mas de mi gusto. Ni siquiera La Adoracion de los Magos, por Velázquez. Eso sería un horror. Ahora, la norma es enviar una foto de los mas pequeños de la familia. Sin son rubios y monos, mejor. El paisaje suele ser la playa, el jardín de casa o de la finca, o incluso la postal de unas vacaciones exóticas. Si los niños no son tan pequeños, no importa, y aunque tengan 16 o 17 años, y la niña luzca un bikini mínimo e insinuante, también se envía una foto de ellos en las ultimas vacaciones en Saint-Barth. Si el niño de 17 años se parece a Zac Efron o Justin Gaston, esas christmas cards se agradecen bastante entre cierto público. Estoy pensando en mí, claro.
Cuando no hay hijos pequeños ni nietos, ni adolescentes en bañador en la familia, se puede recurrir a una exhibicion del patrimonio inmobiliario familiar. Así, a veces, llega algun christmas con la foto de la Finca solariega de la Pedosilla, en Ciudad Real; o la piscina helada de Puerta de Hierro, el año que nevó tanto; o lo bien que florecieron este año los agapantos en Marbella....
Hay fotos de familias españolas que valen millonadas (los nietos de..., los hijos de..., la casita de la piscina de...) pero, por supuesto, no podemos poner ninguna, así que nos tenemos que conformar con las de los americanos, que no conocemos de nada y están cazadas en internet y las que publica el Hola de la Royal Family, en las que, siguiendo la norma, tampoco aparece ningún paisaje nevado ni escena costumbrista, sino la celebración de lo bien que nos va y lo monos que son nuestros niños.

lunes, 22 de diciembre de 2008

viernes, 19 de diciembre de 2008

133 East 64th Street





Mientras Tita espera con ansiedad el resultado de la tercera prueba de paternidad de Borja; Esperanza y Camp visitan el agujero de Maleni y ésta le recuerda los 42 muertos del metro de Valencia (justo antes de la visita del Papa, de la que ya hemos hablado tambien en otro post, como muchos recordareis bien).
Vuestro Wannabe siempre trascendiendo las mezquindades de la politica y el corazón locales, que le dan "taaaaanta pereza", como diría la gran Lomana, se mira en la vanity bonfire de sus complejos y miserias y bloggeando en EEUU (following Mr. Marías nice advise) vuelve a un atico de Park Avenue.

FOTO: Mr. Bernard Madoff mirando la tele en su apartamento de 7.000.000$ en un edificio del arquitecto Kenneth Murchison, de los años 20 en lo mejor del Upper East Side, donde habitan los Masters of the Universe.
(foto e información copiados de un blogger americano)

jueves, 18 de diciembre de 2008

Una región ocultamente furibunda


Antes de nada, debo dar las más sorprendidas gracias a cuantos lectores de esta página han tenido la amabilidad, por vía directa o indirecta -a través de la sagaz procuradora cuyo nombre mencioné hace tres semanas, y a la que no sé si hice una faena con ello-, de ofrecerme sus máquinas de escribir o indicarme cómo podría hacerme con una del modelo que he empleado durante años y que ha dejado de fabricarse. No puedo aceptar los generosos ofrecimientos de los primeros, pues nunca estaría dispuesto a privar a nadie de algo de su propiedad, y en cuanto a las oportunidades que aparecen en Internet y sobre las que se me ha informado, se trata de Olympias de segunda mano, de cuyo funcionamiento no me puedo fiar enteramente, o bien habría que hacerlas venir desde Hong-Kong o Chile, y esto me parecería una extravagancia exagerada. Así que he optado por lo más sensato: comprar otro modelo, de otra marca, con el que aún no estoy escribiendo este artículo porque de momento hay una tecla que no me obedece y de la que dependen los márgenes y el interlineado. Ya veremos si logro doblegarla (a la tecla fundamental y rebelde), pero en todo caso un millón de gracias.
Eso sí, no me pregunten con qué diablos estoy escribiendo. Lo que sí puedo confesarles es que la semana pasada, al estar fuera de Madrid y en un sitio en el que era imposible comprar máquina alguna, no me quedó otro remedio que tomar prestado un ordenador de la casa en la que me alojaba y teclear con él, tanto el artículo de rigor como algunas líneas de una posible novela nueva (que si es no será larga, descuiden). El ordenador ha vuelto a no gustarme, lo siento; pero ya que lo tenía en mis manos durante unos días, aproveché para navegar un poco por Internet, por primera vez en mi vida o casi. Así, logré visitar por fin, al cabo de unos diez años desde su creación, la web que lleva mi nombre y que montó por propia iniciativa una lectora de Gijón, Montse Vega, a la que, visto lo visto, debo mucho más de lo que jamás podré devolverle. También me quedé admirado de que en la Red existan datos sobre todo lo habido y por haber, aunque demasiados no sean de fiar o estén equivocados. Es decir, aquello parece una enciclopedia de vastedad incomparable, pero de calidad muy dudosa y variable. Comprendo ahora de dónde salen muchas "documentaciones" de periodistas y -lo que es más grave- novelistas, y por qué tantos de éstos se atreven hoy a hacer novelas históricas sin saber nada sobre el periodo elegido antes de empezar a redactarlas.
Pero de todo esto estarán la mayoría de ustedes al cabo de la calle, y disculpen que les diga nada sobre mediterráneos que habrán descubierto hace siglos. Lo que más me ha desagradado, sin embargo, son los llamados blogs y foros, por algunos de los cuales me he dado un paseo. No entiendo que tantos escritores tengan un blog propio y le dediquen, por fuerza, numerosas horas de su tiempo, porque me parece equivalente a esto: uno va a un bar, se sienta a una mesa y habla de lo que sea, y a continuación está expuesto a que cualquiera coja una silla y le suelte a su vez su rollo o -con demasiada frecuencia- sus imprecaciones. O bien a esto otro: uno inicia una conversación telefónica particular, y cualquier individuo puede colarse en ella y opinar lo que le plazca o ponerle verde a uno. No sé, para mí sería una pesadilla tener que escuchar pacientemente a personas que no he elegido, y con las que en algunos casos no quisiera ni cruzar media palabra. ¿Cuál es la gracia de estas tertulias escritas? ¿Ver que uno provoca reacciones? ¿Tener la comprobación inmediata de que lo que expone no cae en el vacío? ¿Llevar una vida "interactiva" (y perdonen el adjetivo)? Debe de haber mucha gente solitaria, o que aguanta la soledad -ese gran bien- pésimamente. Pero lo que más me ha desagradado es el frecuente tono insultante de los comentarios y el veneno que a menudo destilan. Amparados en el anonimato cobarde de los llamados nicks, no hay asunto que no les merezca a unos cuantos blogueros toda suerte de improperios. No veo que se discuta ni argumente apenas, sino que más bien se lanzan denuestos y groserías como en las tabernas más zafias. Hay en este mundo, o eso parece, una desproporcionada cantidad de odiadores, o llámenlos negativistas, resentidos, amargados, venados. No tantos en los blogs o foros en inglés. En esa lengua la gente es más propensa a emitir sus opiniones, a discutir civilizadamente, a pedir una información o aportar otra interesante y útil. En los españoles, en cambio, veo una sobreabundancia de rabiosos y cabreados, de individuos a los que todo parece una mierda, o que dedican horas y horas a estudiar la obra de un autor, por ejemplo, con el solo ánimo de ponerla a caldo, en vez de abstenerse -como quizá sería lo lógico- de seguirla leyendo. También se lleva uno sorpresas en este mundo, y ve intervenir, con su nombre, a personas de las que se distanció hace años, sólo para comprobar que la edad no las ha hecho más sabias ni gratas sino todo lo contrario, que el gusto por despotricar sin razones les ha ido en aumento y que ni siquiera han variado sus obsesiones durante tan larga ausencia. No sé, pero asomarse a esa inmensa taberna que son los blogs y foros de Internet, en España, le hace tener a uno la sensación de vivir en una región ocultamente furibunda, en la que más vale no entrar, si es posible.


Javier Marías. EPS 14 diciembre 2.008

miércoles, 17 de diciembre de 2008

El hombre de Madoff en España


















ARCHITECTURAL DIGEST ESPAÑA nº7 octubre 2.006
Ediciones CONDÉ-NAST

Esta es la casa del hombre de Bernard Madoff en España, el colombiano Andrés Piedrahita, por el que todos perdían el culo hace un par de años en Madrid.
Ahora han perdido también bastante pasta.
La casa es una de las mas grandes que hizo Gutierrez Soto en Puerta de Hierro, junto con la vecina de los Fierro, decorada por Jansen. Esta es la antigua casa de los Herrero, en cuyo jardín hizo Gabriel Allende otra casa en los años 80, que ya habeis visto en otro post.